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cuando termino la guerra carlista

En la historia de España, el conflicto conocido como la Guerra Carlista dejó una profunda huella en el país durante casi seis décadas. Pero, ¿alguna vez nos hemos preguntado cuándo y cómo finalizó realmente esta larga y sangrienta contienda? En este artículo, exploraremos los eventos y circunstancias que llevaron al fin de la Guerra Carlista, así como las consecuencias que dejó en la sociedad española. Acompáñanos en este fascinante recorrido por uno de los conflictos más significativos de la historia española y descubre cómo se llegó a la esperada conclusión de esta guerra que dividió a la nación.

Cómo finaliza la guerra carlista

La guerra carlista fue un conflicto que tuvo lugar en España entre 1833 y 1876, y tuvo como principal causa la disputa por el trono entre los partidarios de Carlos María Isidro de Borbón y los partidarios de Isabel II.

La guerra carlista finalizó oficialmente en 1876 con la firma del Convenio de Amorebieta, también conocido como el «Abrazo de Vergara». Este acuerdo fue firmado entre los generales carlistas Tomás de Zumalacárregui y Ramón Cabrera, y el general isabelino Baldomero Espartero.

El Convenio de Amorebieta estableció una serie de condiciones para poner fin a la guerra. Entre ellas, se acordó la rendición de los carlistas y la promesa de amnistía para aquellos que se sumaran al bando isabelino. Además, se estableció que los carlistas podrían mantener sus grados militares y recibir una pensión por su servicio.

Este acuerdo también incluyó el reconocimiento de la Constitución de 1837 y la renuncia de Carlos María Isidro de Borbón a sus derechos sucesorios al trono. A cambio, se le otorgó el título de «conde de Molina» y se le permitió vivir en el exilio en Francia.

La firma del Convenio de Amorebieta marcó el fin de la guerra carlista y sentó las bases para la reconciliación entre los dos bandos enfrentados. Sin embargo, algunos focos de resistencia carlista persistieron durante algunos años más, especialmente en el País Vasco y Navarra.

A pesar de que la guerra carlista había finalizado, sus consecuencias perduraron durante mucho tiempo en la sociedad española. Este conflicto dejó profundas heridas y divisiones, y tuvo un impacto significativo en la política y la cultura del país.

Cuándo terminó la última guerra carlista

La última guerra carlista terminó el 28 de febrero de 1876. Esta guerra, también conocida como la tercera guerra carlista, fue un conflicto que tuvo lugar en España entre 1872 y 1876. Fue una lucha entre los carlistas, que apoyaban a Carlos VII como legítimo rey de España, y las fuerzas liberales que defendían el régimen de la reina Isabel II.

La guerra carlista comenzó en 1872, cuando Carlos VII, pretendiente carlista al trono, decidió reclamar el trono y desafiar el gobierno de Isabel II. Durante los primeros años, los carlistas tuvieron algunos éxitos militares y lograron controlar algunas áreas del norte de España, especialmente en las regiones de Navarra, País Vasco y Cataluña.

Sin embargo, a medida que el conflicto avanzaba, las fuerzas liberales se fortalecieron y recibieron apoyo de otros países, como Francia. Además, el ejército carlista sufrió divisiones internas y problemas de liderazgo, lo que debilitó su capacidad de resistencia.

Finalmente, en 1876, las fuerzas liberales lograron una importante victoria en la Batalla de Oroquieta, en la provincia de Navarra. Esta batalla marcó el fin de la guerra carlista, ya que las fuerzas carlistas no pudieron recuperarse de esta derrota y se vieron obligadas a rendirse.

Después de la guerra carlista, Carlos VII se exilió a Francia y renunció a sus pretensiones al trono español. Esto marcó el fin definitivo de la lucha carlista y sentó las bases para el fortalecimiento del régimen liberal en España.

Quién ganó en la guerra carlista

La Guerra Carlista fue un conflicto que tuvo lugar en España durante el siglo XIX, entre los años 1833 y 1876. Fue una guerra civil que enfrentó a los partidarios del Infante Carlos María Isidro de Borbón, conocido como Carlos V, y a los partidarios de su sobrina, la reina Isabel II.

La guerra se originó por la disputa sucesoria al trono español tras la muerte de Fernando VII. Carlos María Isidro se autoproclamó rey y reclamó el trono para él y sus descendientes, basándose en la Ley Sálica que excluía a las mujeres de la sucesión. Por otro lado, Isabel II era considerada legítima heredera por sus partidarios, ya que se basaban en la Ley de Sucesión de 1830, que permitía la sucesión de mujeres al trono.

Durante el conflicto, se produjeron diversas batallas y enfrentamientos en diferentes regiones de España, siendo especialmente intensa en el País Vasco, Navarra, Cataluña y Aragón. Ambos bandos recibieron apoyo tanto nacional como internacional.

Finalmente, la guerra concluyó en 1876 con la victoria de los isabelinos, es decir, los partidarios de Isabel II. A partir de entonces, se estableció la monarquía constitucional en España y se consolidó el reinado de Isabel II, hasta su exilio en 1868. El conflicto carlista dejó una profunda huella en la sociedad española, tanto en términos políticos como sociales y culturales.

Qué hecho histórico produjo la aparición del carlismo

El carlismo fue un movimiento político y militar que surgió en España a principios del siglo XIX. Su origen se remonta al año 1833, cuando el rey Fernando VII murió sin dejar un heredero varón. Esta situación generó una disputa sucesoria entre su hija Isabel y su hermano Carlos María Isidro.

Carlos María Isidro se proclamó rey, argumentando que la ley sálica (que excluía a las mujeres de la sucesión al trono) debería ser aplicada. Por otro lado, Isabel se apoyó en la Pragmática Sanción de 1830, que permitía la sucesión de las mujeres al trono.

Esta disputa sucesoria dio origen a una guerra civil conocida como la Primera Guerra Carlista (1833-1840), en la que se enfrentaron los partidarios de Carlos María Isidro (carlistas) y los partidarios de Isabel (isabelinos o liberales).

El carlismo se caracterizó por ser un movimiento conservador, defensor de los valores tradicionales y de un sistema político más cercano al antiguo régimen. Además, contó con el apoyo de sectores rurales, nobles y clero, que se veían amenazados por las reformas liberales llevadas a cabo por los isabelinos.

A lo largo del siglo XIX, el carlismo protagonizó varias guerras civiles en España, destacando la Segunda Guerra Carlista (1846-1849) y la Tercera Guerra Carlista (1872-1876). Sin embargo, a medida que avanzaba el siglo, el carlismo fue perdiendo fuerza y su influencia política disminuyó.

En resumen, el hecho histórico que produjo la aparición del carlismo fue la disputa sucesoria entre Isabel y Carlos María Isidro, que llevó a la Primera Guerra Carlista y dio origen a un movimiento político y militar conservador en España.

Guerras carlistas

Las Guerras Carlistas fueron una serie de conflictos armados que tuvieron lugar en España durante el siglo XIX, entre los años 1833 y 1876. Estas guerras se originaron a raíz de la disputa sucesoria al trono español tras la muerte del rey Fernando VII.

La causa principal de las Guerras Carlistas fue la lucha entre los partidarios de Carlos María Isidro, hermano del fallecido rey Fernando VII, y los partidarios de su hija, la reina Isabel II. Carlos María Isidro reivindicaba sus derechos al trono en base a la Ley Sálica, que excluía a las mujeres de la sucesión al trono. Por su parte, los isabelinos defendían la sucesión de Isabel II, amparándose en la Pragmática Sanción de 1830, que permitía la sucesión femenina.

La primera Guerra Carlista (1833-1840) fue la más larga y sangrienta, y tuvo lugar principalmente en el norte de España. Durante este conflicto, los carlistas obtuvieron importantes victorias en varias regiones, como Cataluña, Aragón y el País Vasco. Sin embargo, finalmente fueron derrotados por las tropas isabelinas y se firmó el Convenio de Vergara en 1839, que puso fin a la guerra.

La segunda Guerra Carlista (1846-1849) se produjo debido a la insatisfacción de los carlistas con el régimen liberal y el apoyo obtenido por el pretendiente Carlos Luis de Borbón y Braganza. Esta guerra fue menos intensa que la primera y se concentró principalmente en Cataluña y el País Vasco. Al igual que en la guerra anterior, los carlistas fueron derrotados y se firmó un acuerdo de paz en 1849.

La tercera Guerra Carlista (1872-1876) fue la última y más breve de las guerras. Surgió a raíz de la proclamación de Carlos VII, hijo de Carlos Luis de Borbón y Braganza, como pretendiente al trono. Este conflicto se caracterizó por ser especialmente violento y devastador, con episodios como el sitio de Bilbao y la quema de iglesias y propiedades. Finalmente, los carlistas fueron derrotados y se estableció la monarquía parlamentaria en España.

Las Guerras Carlistas tuvieron un gran impacto en la sociedad española de la época, dividiendo a la población en dos bandos enfrentados y causando un gran número de muertes y destrucción. Además, estos conflictos marcaron el fin del absolutismo en España y el inicio de la consolidación del sistema liberal.

En conclusión, la guerra carlista llegó a su fin en 1876, después de varias décadas de conflicto y derramamiento de sangre. Este conflicto, que dividió a España en dos facciones enfrentadas, representó una lucha entre tradicionalistas y liberales por el control del país.

El fin de la guerra carlista marcó el final de una época turbulenta en la historia de España. Aunque el conflicto tuvo un impacto devastador en la sociedad y la economía, también contribuyó a la modernización y consolidación del Estado español.

Con la derrota de los carlistas, el gobierno liberal fue capaz de consolidar su poder y llevar a cabo una serie de reformas políticas, económicas y sociales. Estas reformas sentaron las bases para la modernización del país y sentaron las bases para el desarrollo económico y social de España en el siglo XX.

Además, la guerra carlista también tuvo un impacto significativo en la identidad nacional española. Durante el conflicto, se reafirmaron los valores y símbolos nacionales, y se fortaleció el sentimiento de unidad y patriotismo. Esta experiencia traumática también ayudó a forjar una identidad española más fuerte y cohesiva.

En resumen, el fin de la guerra carlista fue un hito importante en la historia de España. Aunque este conflicto dejó cicatrices profundas en la sociedad española, también sentó las bases para la modernización y el desarrollo del país. Además, contribuyó a fortalecer la identidad nacional española y el sentido de unidad y patriotismo.